"I Lupini, ossia, I gemelli incestuosi"


"I Gemelli... Ossia la música en solfa"
Buena labor de María Inés Peryra y Eduardo Cogorno en los papeles protagónicos y contagiosa entrega
en el desempeño escénico.  Cantan y actúan sin inhibiciones en los límites que permiten la reacción espontánea
de la audiencia y el buen gusto... Todos con la dirección de Eduardo Cogorno, que lleva una valiosa carrera
en la música "seria" y sabe a sí mismo hacer las cosas bien en este campo menos complejo, pero igualmente válido.
Rodolfo Cemino, La Prensa, 1986
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"Un Wagner inédito"
Eduardo Cogorno acerta en el doble cometido de intérprete y director escénico.
La candidez que otorga a su personaje y el buen manejo de ponderables medios vocales
se suma al ritmo sin desmayos que mantiene el espectáculo.
Horacio Velázquez, Correo musical argentino, 1988.
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"Wagner y Freud guiñan el ojo..."
Si el humor y no la solemnidad reinaran en esta ciudad poblada de placas de bronce y mecida por la música
de infinitos discursos, Rondano llenaría más de una sala con engendros como esta hisotria cantada, tocada y representada que podría estremecer los huesos de Wagner, Freud y Rossini. Estremecerlos, pero de risa...
Oyéndolos se recibe una visión de caleidoscopio musical. Se cruzan cavatinas con "Che gelida manina",
invocaciones al destino cruel con llamaradas más o menos eróticas, todo con el énfasis que derrama Roberto Yañez
en el teclado, completamente ajeno a lo que sucede a sus espaldas... Los cómplices son: en primer lugar el barítono Eduardo Cogorno y la soprano María Inés Pereyra, que esgrimen alternativamente la espada futura de Sigfrido y la escoba cotideana de una cabaña en la Selva Negra... Laeventual intervención policial por los desarreglos que se ven y oyen corresponden a la seccional 19... Si se atreven a visitarlos... Vea usted por sí mismo "I Lupini". No se arrepentirá.
Napoleón Cabrera, Clarín, 1986
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"Luces nocturnas"
Rondano es un compositor argentino que vive hace 10 años en París.  Él dice que basó esta ópera
"en la incestuosa relación entre Siglinda y Sigmund, o los problemas de la familia Wotan".
Él usa esta premisa para construir un hilarante collage con la más asombrosa diversidad de estilos y períodos...
Siglinda está muy bien cantada por la soprano María Inés Pereyra que tiene una bella y dulce voz. Eduardo Cogorno,
un cantante del Colón, tiene una entrenada y poderosa voz y también es autor de la excelente puesta en escena.
Los protagonistas danzan en el minúsculo escenario de 2 m. x 2 m. del Café Mozart, con coreografía de Esther Ferrando.
Excelente entretenimiento, mucho mejor que la Beatrice di Tenda del Colón.
Jorge Calviño, Buenos Aires Herald, 1986
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"I Lupini"
Demuestra el profundo conocimiento del repertorio lírico que tiene su autor, pero al mismo tiempo exhibe espontánea y fluida inventiva musical, sólido oficio para las combinaciones armónicas y por sobre todo un afinado y nunca grosero sentido del humor, reflejado igualmente en el libreto, que también pertenece a Rondano... La versión tuvo ajuste y sostenido rítmo musical y teatral; fue coherente y divertida.
Gualtier Maldé - LA PRENSA- 31/07/1987
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“La maravilla que compuso Miguel Ángel Rondano, es y no es una ópera (pero ¿que importan las clasificaciones?),
es y no es una parodia, es y no es un “pastiche”, aunque en este último caso la palabra carece de connotaciones adversas y adquiere el prestigio de las mejores composiciones cómicas dadaístas como el Divertissement de Jaques Ibert, modelo en un género muy frecuentado... Para entregamos toda esta maravilla, la excelente soprano María Inés Pereyra, el espléndido barítono Eduardo Cogorno (un nombre sin duda destinado a ser famoso en el arte lírico) y el polifacético pianista Gustavo Codina (muy buena voz y una precisa interpretación acompañante) tienen que
desplegarse en mil y un recursos, cantar, recitar, actuar, hacer milagros con sus voces, alcanzar una
total musicalidad sin desprenderse del humor en ningún instante”.
Walter A. Ravanelli - HOY - de Mendoza 15 de agosto de 1987
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“I Lupini” es una excelente ópera ridícula que se reestrenó con nueva puesta escénica a cargo de la talentosa regista y coreógrafa Esther Ferrando... Rondano logró a manera de extraño e irreverente “pastiche” mezclar con gran habilidad trozos y trocitos de óperas, zarzuelas, algún tanguito, mambo y hasta una zamba, en tantos idiomas que la convierten en una minitorre de Babel, con lo cual el público se ríe a mandíbula batiente todo el “show” (scusatemi) la ópera. Pero todo esto no podría haberse logrado sin la colaboración de dos cantantes-actores y un pianista de iguales características que además de poseer gran talento en sus profesiones tienen una genuina vis cómica... Estupendo el vestuario de Paula Casjús y la realización de la original utilería de Jaqueline Ros y Susana Rodríguez. ¡No se la pierda!”
Marcelo Bianchi -EL INFORMADOR PUBLICO- 29/10/1993
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“Se ofreció “I Lupini” en La Scala de San Telmo con nueva e inteligente producción perteneciente
a la coreógrafa Esther Ferrando... Es una divertidísima muestra de ingenio humorístico y musical,
de frescura melódica y acabado dominio del repertorio lírico... La versión tuve ajuste impecable y un ritmo
muy sostenido... Los intérpretes cumplieron una labor dúctil y bajo todo punto de vista excelente.”
Gualtier Maldé - LA PRENSA- 16/11/1993
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“Parte de la comicidad radica en que los personajes cantan operísticamente. No imitan a cantantes de ópera, lo son.
La técnica precisa y la emisión, articulación y dicción características son literales. No se trata aquí de actores más o menos cómicos burlándose de un género conocido de ojito, sino de dos auténticos intérpretes de ópera poniendo
todo su oficio y su amor por el género, para desnudar sus queribles ridiculeces.”
Diego Fischerman. PAGINA- 12. 4 de octubre de 1994
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“I Lupini” revela el talento musical de Miguel Ángel Rondano, quien no sólo conoce a fondo el extenso repertorio operístico, sino que cuenta además con la solvencia necesaria para recrearlo y jugar con él.
El resultado es verdaderamente regocijante... Así, estos “Gemelli incestuosi” atraviesan el amplio campo cultural de Occidente desde las antiguas mitologías griegas y germanas, hasta el psicoanálisis de Freud, en un marco
operístico de Wagner, al compás de Verdi, Puccini, Leoncavallo y Donizetti, salpimentado todo ello
con oportunos acordes de melodías populares...”
María Infante y Adriana Libonati. EL MENU Artes & Letras -1994
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"Las cien jornadas de I Lupini"
En los roles protagónicos de la ópera tanto María Inés Pereyra como Eduardo Cogorno
cumplen trabajos que más allá de su significación musical se caracterizan por el histrionismo actoral.
Cálidos y en ciertos aspectos "naif", soprano y barítono son las columnas vertebrales de la obra y por cierto
que la sostienen muy bien... Desprejuiciado, pero nunca irreverente, ágil y divertido, este espectáculo
que ya cumplió 100 funciones, habrá de festejar en el futuro - a no dudarse - muchas más.
Eduardo Giorello, El Día, 1994