La ópera no termina en el Colón
En San Telmo musas del canto.
Uno de los espectáculos más exitosos de la temporada pasada en el cálido recinto de La Scala de San Telmo, fue MISIA, que con buen criterio ahora se ha repuesto. (...) Se trata de un recital de música vocal con piano, inmerso en un marco sugerente, donde la idea es asociar la atmósfera aristocrática y poética de la época, y el círculo en que vivió Misia Sert, con una selección muy atinada de arias y canciones de célebres compositores.(...)
Gracias al buen gusto y con excelente criterio, Eduardo Cogorno compaginó un programa musical acorde con el espíritu de un época romántica plena de inquietantes aportes estéticos.
Su característico timbre vocal y su natural pasión por la música, se complementaron en equilibrio con la seriedad profesional y la voz particularmente sonora de Marta Blanco, para entregar, ambos, un recital nada convencional por la forma de su presentación visual.
Una visión subyugante
La puesta, sobre un inteligente marco de Mayenko Hlousek, a través del uso de un plano para proyecciones de obras pictóricas de gran significado, un vestuario estupendo en diseño, color y confección, y una muy hábil iluminación de aristas, rostros, y elementos sugeridos, se transforma en un aspecto de enorme atracción, al punto de apuntalar con mayor fuerza el desempeño musical de las voces. (...) En definitiva, Misia contribuye a encontrar en San Telmo a diversas musas de todas las artes reunidas en amable e interesante propuesta.
Juan Carlos Montero, " La Nación ", abril 1999
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Un refinado espectáculo musical recupera la figura de Misia Sert
¿Cómo evocar en el escenario una figura así, inabarcable? Eduardo Cogorno ideó este espectáculo de cámara
con un puñado de canciones de la época, de música, proyecciones de cuadros y fotografías, reproducción textual
del vestuario y peinados, gestos y situaciones testimoniales. Descubrimos aquí la ductilidad de Cristian Zabala reproduciendo los gestos y danzas de Nijinsky, cantando en firme registro de contratenor, y siendo convincente y ágil. La mezzo Marta Blanco es igual a las fotos y cuadros de Misia, su excelente dicción francesa en las canciones,
logra su consagración en el área de la ópera Safo, que está puesta casi al final de su agotador trabajo vocal y actoral, en ambos sobresaliente. Muy bien, Eduardo Cogorno, su registro de barítono y su presencia escénica va enhebrando entre cantos, lectura de poemas, y asumiendo roles difíciles, como Diaghilev, en consagratoria labor.
Todo el espectáculo es un dechado de elegancia y refinamiento.
Abel López Iturbe, "Ámbito financiero", 1999.
Musa de buena pata
Personaje complejo y enigmático, Misia, a medio siglo de su muerte, sigue practicando el divino oficio de musa,
ahora inspirando al cantante y puestista Eduardo Cogono. Por cierto, esta vez no se trata de un cuadro ni de una pieza literaria, sino de un primoroso espectáculo, titulado justamente "Misia, en busca de la musa perdida".
Con gran acierto, Cogorno optó por el tono elegíaco para abrir y cerrar una selección de canciones cuya belleza
se equipara a su eficacia dentro del relato que se va estructurando en forma impresionista emocional.
El tiempo fugitivo citado al comienzo anticipa el fluir de las cuatro estaciones de la vida, donde la evocación da
paso al humor, la seducción, el romanticismo, la melancolía. Todo sucede en el intimista espacio de La Scala,
en un clima de ensoñación, logrado con inteligentes recursos escenográficos, de vestuario e iluminación,
que incluyen proyección de pinturas ad hoc. Podría decirse que la musa descendió sobre todos los que participaron
en esta hipnotizadora pieza, en particular el citado Cogorno, que también entona con su reconocida calidad algunos
de los temas, y la magnífica Marta Blanco, una Misia para mirar y escuchar con permanente deleite.
Como dice en la secuencia del otoño, la canción de Poulenc: un recuerdo para anidar en el corazón.
Moira Soto, Página 12, setiembre 2001
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Retrato musical de una mujer emblemática
Los espectáculos de la Scala de San Telmo son como los proverbios que dicen que los mejores perfumes vienen
en frasco chico. De hecho, su pequeño auditorio ha albergado alguna de las mejores ofertas musicales y /o teatrales que se pueden gozar en la ciudad. Misia es una creación de Eduardo Cogorno. Ha ideado un delicioso espectáculo proustiano, teñido de nostalgia, poesía, música y canto comparten la escena, hermosamente ambientada por Mayenko Hlousek, que también diseñó los elegantes trajes. Cogorno eligió una amplia variedad de canciones impecablemente cantadas por la mezzo Marta Blanco, cuya presencia es una garantía de calidad. Lo mismo puede decirse de Enrique Premoli y de Alicia Mazzieri que proveyeron experto soporte además de tocar algunos solos.
A pesar de que Blanco tiene la parte del león, Cogorno con su cálida voz y el contratenor-mimo-bailarín,
Cristian Zabala, también brillan en sus partes. No se la pierda esta vez!!
Alfredo Cernadas Quesada, Buenos Aires Herald, septiembre 2001
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Emergente Misia, entre espesas nieblas
De entre brumosas zonas de la memoria surge Misia Sert, extraño personaje que habitó el Paris de fines del siglo pasado, y de los primeros cincuenta años de este. Eduardo Cogorno, alma mater del espectáculo, elige el camino
de la evocación impresionista de esta mujer singular. Un telón traslucido en la boca del escenario, permite tanto la proyección de imágenes de la gran pintura de los últimos cien años, y deja entrever, gracias a una sutil iluminación de Roberto Traferri, pequeños cuadros que sumados perfilan aspectos existenciales del personaje evocado.
Ella, en la figura y la voz de Marta Blanco, encuentra una fiel recreadora. Refinada y musical siempre, la mezzo
soprano interpreta con cálida carga expresiva un repertorio de muy bellas canciones seleccionadas con instinto
de orfebre y fino olfato por Cogorno, quien también aporta su caudal vocal profundo a algunas de ellas.
Las incursiones de un plástico Cristian Zabala, que interpreta a Nijinsky, con una inteligente reelaboración
coreográfica de Beatriz Chaiquin. Todos conforman un universo sonoro y visual de categoría, lo que redunda en un espectáculo cálido, recostado en el fascinante clima poético en que se desarrolló la vida de Misia Sert.
Preferentemente melancólica, la dinámica de la pieza invita al goce estético y a la reflexión,
sin estridencias ni escándalos, sino a los tiempos cansinos y escondidos de la poesía.
Eduardo Fiorello, El Día ( La Plata, marzo 1999)
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Misia, en busca de la musa perdida
El barítono Eduardo Cogorno (a quien ya hemos alabado reiteradas veces) convirtió en un éxito en todo sentido
a esta obra de teatro musical, dedicada a la soprano Regine Crespin, tanto desde el punto de vista de la estructura musical y teatral, como de su devenir dramático. El conjunto de partituras fue elegido acertadamente teniendo en cuenta la limitación del espacio. Este "musical" (canciones, arias, textos breves cantados y hablados) se vivió con especial concentración. El exiguo espacio del escenario no constituyó un déficit para esta representación polifacética. Tanto desde el punto de vista del canto y técnica escénica, como desde el punto de vista del movimiento y la música,
o de cualquier otra perspectiva, se pueda recomendar Misia, calurosamente.
W.E. Rosemberg, Argentinisches Tageblatt, Diciembre 1998
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“Misia” El arte de sugerir
La televisión, el mal cine y el peor teatro están aplanando el gusto y la aptitud para gozar
de lo que es bello sin gritos ni estampidos. Eduardo Cogorno, logró evocar a una mujer que signo de belleza y refinamiento, Misia Sert, en una serie de estampas que pueden sorprender por lo bellas y profundas.
Mayenko y Hlousek colocó alusiones e imágenes que unifican y transmiten las intenciones de Cogorno.
A este cantante, regista e inventor se lo descubre cada vez más libre de rutina escénica despojada su imaginación
de lugares comunes y de énfasis expresivo. La cantante Marte Blanco entrega mucho más que su voz profunda y comunicativa en todo lo que entona… Este espectáculo tiene motivos para que uno quiera verlo otra vez.
Porque como, ciertos paisajes no se agotan en una sola mirada.
Napoleón Cabrera. Revista Vea más. 2001
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Carta enviada por Denise Dupleix (profesora del conservatorio de París)
¡Que hermosa velada pasé en ese tan lindo teatro! El hilo conductor del espectáculo me ha interesado mucho.
Los artistas que son tan buenos cantantes como actores y el estupendo bailarín;
la puesta en escena en un espacio tan chico donde todo parecía real, los trajes de Misia, la iluminación
y esa maravillosa idea de las proyecciones de cuadros sobre el tul delante de la escena, todo me ha encantado.
Bravo también para los pianistas. Gracias a todos, de todo corazón. Denise Dupleix.
Ya le he contado a Madame Regine Crespín, quien se emocionó mucho de que el espectáculo se le haya dedicado.
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